Hans Castorp: “No tenía la intención de tomar este viaje particularmente en serio, de dejar que afectase a su vida interior. Más bien pensaba realizarlo rápidamente, hacerlo porque era preciso, regresar a su casa siendo el mismo que había partido y reanudar su vida exactamente en el mismo punto en que había tenido que abandonarla por un instante.” (pag. 10)
“A cada momento salía al pasillo a llorar, como si fuera un chiquillo. Luego se frotaba las mejillas con cold-cream, porque iba afeitado y las lágrimas le quemaban la piel.” (pag. 21)
“En el primer piso Hans Castorp, se detuvo de pronto, inmovilizado por un ruido absolutamente escalofriante que les llegó desde escasa distancia, tras un recodo del pasillo; un ruido no muy fuerte, pero de una naturaleza tan particularmente repugnante que Hans Castorp hizo una mueca de estupor y miró a su primo con los ojos como platos. Se trataba, con toda seguridad, de la tos de un hombre, pero de una tos que no se parecía a ninguna de las que Hans Castorp había oído, es más, era una tos en comparación con la cual todas las que conocía le parecían da muestra de una magnífica vitalidad; una tos sin fuerza, que no se producía por medio de las habituales sacudidas, sino que sonaba como un chapoteo espantosamente débil en el viscoso lodo de la podredumbre orgánica. (pag. 23)
“¡Un año es muy importante a nuestra edad, comporta tantos cambios y progresos en la vida de allá abajo! Pero he de hibernar aquí dentro, como en una ciénaga; sí, como en el interior de un agujero, podrido, y te aseguro que la comparación no es exagerada.” (pag 27)
"En tal caso es usted un fenómeno completamente digno de ser estudiado. Porque yo nunca he encontrado a un hombre enteramente sano." (pag. 29)
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