miércoles, 14 de diciembre de 2011

En el Bosque de Anthony Browne


“Una noche, me despertó un ruido espantoso.” Así comienza En el Bosque de Anthony Browne, la historia de un niño que luego de aquella noche terrible se levanta para encontrar que su padre se ha marchado. A petición de su madre sale a llevar a su abuelita enferma una merienda, y toma justamente el camino que ella le ha pedido evitar. El atajo. El bosque. Allí el niño se enfrenta a experiencias que el lector no está seguro si son fantásticas o surrealistas.

¿Es el bosque el que hace que sucedan estas cosas? ¿Está todo e la mente del personaje? ¿Es el niño que tiene visiones porque intenta evadir la angustia que le produce la ausencia del padre? No lo sabemos. Es parte del recurso narrativo de Browne que mantiene la tensión durante todo el cuento, de esta forma el lector no puede sino sorprenderse cuando al final todo se resuelve de una manera convencional. Una vuelta a la realidad que casi se pudiera decir que roza lo aburrido. Lo interesante es que no lo hace.

El cuento toca un tema sensible como es el abandono y las reacciones que frente a este puede tener un niño pequeño. En las primeras páginas Browne utiliza las ilustraciones para demostrar el estado de angustia del niño que pega por todos lados etiquetas que leen: Papá, regresa! Están en el televisor, en la puerta, en la pared, hasta en el bote de basura que se encuentra al lado de la puerta de casa. Es evidente que el niño sólo tiene una cosa en la menta, el regreso de su padre. No sabe por qué se ha ido. Ni cuándo volverá. Nadie le ha explicado nada. Esta distancia con el mundo de los adultos se nota en la forma como Browne ilustra los diálogos entre madre e hijo. No se ven a la cara, no tienen una aproximación física. El lector puede sentir esta distancia, que no forma parte del texto.

Luego en el bosque Browne pone al niño frente a tres personajes que se relacionan con cuentos tradicionales. Cuentos que narraban historias de niños que en el bosque tenían experiencias fantásticas, como Hansel y Gretel, Ricitos de Oro y Juanito y las Habichuelas Mágicas. El texto no lo dice, pero a partir de la ilustración el lector puede deducir que estos personajes pertenecen a otra dimensión por decirlo de alguna manera, ya que si bien el niño está representado a full color, los personajes permanecen en blanco y negro.

En último episodio fantástico el niño se encuentra con un abrigo rojo que inmediatamente transporta al lector que ya conoce la historia de La Caperucita Roja, a las páginas de aquella historia. Cuando uno llega a es este punto son demasiados puntos en común con la historia, la abuela enferma, el bosque, el abrigo rojo, y el hecho de que en el texto el niño, que narra su experiencia en primera persona, confiesa recordar una historia en la que además de una prenda roja aparece un amenazante lobo feroz.

Browne nos presenta un libro cuya lectura es una experiencia casi cinematográfica. Desde el contraste en cuanto a color, con las cubierta en blanco y negro, donde los únicos colores pertenecen al niño, las guardas rojas que aluden a la Caperucita Roja, y el uso de los márgenes para mostrar distintos planos de una misma escena. Demuestran un dominio de los recursos tanto narrativos como editoriales para remarcar la capacidad de abstracción de un niño que sufre, la forma como puede salirse de la realidad, y volver a ella. En el Bosque nos presenta el viaje de un héroe que no sabemos si en un lugar más allá de su mente, o si más bien nunca salió de ella.

1 comentario:

  1. tuve la oportunidad de leer este cuento y es precioso me encanto lo recomiendo.tiene unos excelente ilustración lo felicito al autor genio!!!

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